Halloween night—the perfect evening to meet your future spouse, right? Definitely not what either of us had in mind. The story begins in the line to a local bar. My friends were already inside waiting for me, which meant I had to endure the line alone. I was debating whether to stick it out or just call it a night when a guy walked up and asked if he could cut in line. Already annoyed and fully embracing my "I hate men" era, I gave him a sharp glare and said, "I don’t think it’s right, but I also don’t care, so whatever." To my dismay, he shrugged off my response and joined me in line anyway. I looked down at my phone, praying he wouldn’t take this as an invitation to strike up a conversation. Honestly, I was hoping he wouldn’t even breathe in my direction (dramatic, I know). But there he was, radiating what can only be described as golden retriever energy, patiently waiting since his friends were also inside. Breaking the silence, he asked, "What are you dressed as?" “A student from Hogwarts. You know, Harry Potter," I replied. His face lit up. "Oh, I love Harry Potter!" My mood instantly shifted. Finally, someone I could gush about the series with! What I didn’t know at the time was that he hadn’t read a single book or seen any of the movies... classic. I asked what he was dressed as, and he replied, "Top Gun." “Oh, cool," I said, clueless as to what Top Gun even was. The conversation dwindled as we got closer to the bar entrance. Once we made it inside, we parted ways—he went to find his friends, and I went to find mine. But just before he walked off, he asked for my number. Caught off guard, I declined and offered my Snapchat instead. He looked me in the eyes and said, "I’d rather have your number so I can take you on a coffee date." Surprised by his respectful persistence, I gave him my number. And the rest? Well, the rest is history.

La noche de Halloween: la ocasión perfecta para conocer a tu futuro esposo, ¿cierto? Definitivamente no era lo que ninguno de los dos tenía en mente. La historia comienza en la fila de un bar local. Mis amigos ya estaban adentro esperándome, lo que significaba que tenía que aguantar la fila sola. Estaba debatiendo si quedarme o simplemente irme a casa cuando un chico se me acercó y me preguntó si podía colarse en la fila. Ya de por sí molesta y en plena fase de "odio a los hombres", le lancé una mirada fulminante y le dije: "No me parece bien, pero tampoco me importa, así que haz lo que quieras." Para mi disgusto, se encogió de hombros y se quedó en la fila conmigo de todos modos. Bajé la mirada hacia mi teléfono, rezando para que no interpretara eso como una invitación para iniciar una conversación. Honestamente, esperaba que ni siquiera respirara en mi dirección (sí, dramática, lo sé). Pero ahí estaba él, irradiando lo que solo se puede describir como energía de golden retriever, esperando pacientemente porque sus amigos también ya estaban adentro. Rompiendo el silencio, me preguntó: "¿De qué estás disfrazada?" "De una estudiante de Hogwarts. Ya sabes, de Harry Potter," respondí. Su rostro se iluminó. "¡Oh, me encanta Harry Potter!" Mi humor cambió al instante. ¡Por fin alguien con quien podía hablar sin parar sobre la saga! Lo que no sabía en ese momento era que él no había leído ni un solo libro ni visto ninguna de las películas… clásico. Le pregunté de qué iba disfrazado, y me respondió: "De Top Gun." "Ah, qué cool," dije, sin tener la menor idea de qué era Top Gun. La conversación se fue apagando a medida que nos acercábamos a la entrada del bar. Una vez adentro, nos separamos: él fue a buscar a sus amigos y yo a los míos. Pero justo antes de que se alejara, me pidió mi número. Sorprendida, lo rechacé y le ofrecí mi Snapchat en su lugar. Me miró a los ojos y dijo: "Prefiero tu número para poder invitarte a tomar un café." Sorprendida por su persistencia respetuosa, le di mi número. ¿Y el resto? Bueno, el resto es historia.