...
Back in 2009, Jefferson (Mayra’s congregation) split into two, and Adair was made. My dad was asked to help this newly formed congregation, and as a family, we happily agreed to move. As a kid, I was always quiet, shy, and awkward, so I was very nervous about going to a congregation where I didn’t know a single person. But what a blessing that move proved to be! Because that’s where I met her… the love of my life… Funnily enough, we never really talked to each other during my time at Adair. Aside from shaking her hand before and after meetings, I believe I only exchanged a few words with her throughout my teenage years. So, how did we get to where we are now? In 2017, we received the opportunity to help another congregation, Stanford. Before leaving, we had our last congregation outing with Adair. I remember that day fondly because that was the first time I got to talk to her for longer than a couple of minutes. It was after a long day of activities and eating, I finally sat down to relax. I pulled out my tablet and started drawing. I remember Mayra being interested in what I was doing, and we sat together. We talked until it was time to pack up. Going home after that evening, I remember feeling like that’d be the last time we’d ever talk since we would no longer see each other regularly as before, which made me sad, seeing how I really enjoyed her company. If only I had realized that sooner… Before starting our new assignment at Stanford, we went on a road trip across the country with some friends to go see the new HQ in Warwick. During that trip, is when I received a message from a number I didn’t recognize. After finding out it was Mayra, I had a blast getting to know her. I would stay up late to continue our conversations even though I was three hours ahead because of the time zones. It was during this time, I felt like we connected instantly, and we quickly became best friends. As I got to know her more and more, I fell in love with her. I fell in love with her silliness, sweetness and how she made me feel. I feel like she truly made my life happier and fun. She was what I needed and wanted. I always knew she was special, so on July 11th, 2023, I asked her to be my girlfriend and on January 11, 2025, I asked my best friend if she’d marry me because I KNEW she was the one.
Our love story began long before either of us realized it. Jon was 12, and I was 10. That’s when I first saw him walk into our congregation with his family. I still remember that moment clearly. There was something about him that caught my attention, a quiet charm in his shy smile that sparked a small crush. But, as childhood feelings often do, it faded quickly. For years, we shared the same congregation. We didn’t talk much, just a few polite words, an occasional handshake, a quiet smile exchanged in passing. But those small interactions left an imprint I didn’t recognize until much later. In 2017, Jon and his family moved congregations, and something unexpected happened. I missed him... I missed his presence more than I could explain. I missed the way his smile would light up the room, even if it wasn’t meant for me. I missed seeing him every Thursday and Sunday, quietly sitting in his usual seat. It wasn’t long after he left that we began talking as friends. Our friendship blossomed with ease and joy. We could talk about anything and everything. His words became a comfort, his presence a refuge. Seeing his love for Jehovah, I knew he was the one for me. With time, he became not only my best friend but the person I looked forward to hearing from every single day. Then, in 2023, after years of friendship, Jon asked me to be his girlfriend. I was so excited and happy! And in 2025, he gave me a moment that only 10-year-old me could ever dream of. Surrounded by the people we love, overlooking the ocean, he asked me, “Will you marry me?” Now, on October 24, 2025, we’re preparing to join our lives forever. We can’t wait to celebrate this moment with you all!
En 2009, la congregación Jefferson (la congregación de Mayra) se dividió en dos, y así se formó Adair. A mi papá le pidieron que ayudara a esta nueva congregación, y como familia, aceptamos con gusto mudarnos. De niño, yo siempre fui callado, tímido y un poco despistado, así que estaba muy nervioso de ir a una congregación donde no conocía a nadie. ¡Pero qué bendición resultó ser esa mudanza! Porque fue allí donde la conocí a ella… el amor de mi vida… Curiosamente, casi no hablábamos durante mi tiempo en Adair. Aparte de darnos la mano antes y después de las reuniones, creo que solo intercambiamos unas pocas palabras durante mi adolescencia. Entonces, ¿cómo llegamos a donde estamos ahora? En 2017, recibimos la oportunidad de ayudar en otra congregación, Stanford. Antes de irnos, tuvimos nuestra última salida con la congregación de Adair. Recuerdo ese día con mucho cariño porque fue la primera vez que hablé con ella por más de un par de minutos. Después de un día largo de actividades y comida, finalmente me senté a descansar. Saqué mi tableta y comencé a dibujar. Recuerdo que Mayra se interesó en lo que estaba haciendo, y nos sentamos juntos. Hablamos hasta que llegó la hora de recoger. Al regresar a casa esa noche, sentí que probablemente sería la última vez que hablaríamos, ya que no nos veríamos con la misma frecuencia de antes, lo cual me puso triste, ya que realmente disfruté su compañía. Si tan solo me hubiera dado cuenta de eso antes… Antes de comenzar nuestra nueva asignación en Stanford, hicimos un viaje por carretera a través del país con algunos amigos para visitar la nueva sede en Warwick. Durante ese viaje, recibí un mensaje de un número que no reconocía. Después supe que era Mayra, y me divertí mucho conociéndola. Me quedaba despierto hasta tarde para seguir conversando con ella, a pesar de estar tres horas adelante por la diferencia de horario. Fue en ese tiempo cuando sentí que conectamos de inmediato y rápidamente nos volvimos mejores amigos. Mientras más la conocía, más me enamoraba de ella. Me enamoré de su ternura, su dulzura y de cómo me hacía sentir. Siento que realmente hizo mi vida más feliz y divertida. Ella era lo que necesitaba y lo que quería. Siempre supe que era especial, así que el 11 de julio de 2023, le pedí que fuera mi novia y el 11 de enero de 2025, le pedí a mi mejor amiga que se casara conmigo, porque SABÍA que ella era la indicada.
Nuestra historia de amor comenzó mucho antes de que cualquiera de los dos se diera cuenta. Jon tenía 12 años y yo 10. Fue entonces cuando lo vi por primera vez entrar a nuestra congregación con su familia. Aún recuerdo claramente ese momento. Había algo en él que llamó mi atención, su sonrisa tímida tenía una dulzura que se quedó conmigo y tuve un inocente suspiro en mi corazón. Aunque, como suele ocurrir con los amores infantiles, con el tiempo se fue desvaneciendo Durante años compartimos la misma congregación. No hablábamos mucho, solo algunas palabras corteses, un apretón de manos ocasional, una sonrisa tranquila al cruzarnos. Pero esas pequeñas interacciones dejaron una huella que no reconocí sino hasta mucho después. En 2017, Jon y su familia se mudaron de congregación, y pasó algo inesperado. Lo extrañé... Extrañé su presencia más de lo que podía explicar. Extrañaba la forma en que su sonrisa iluminaba el salón, aunque no fuera para mí. Extrañaba verlo cada jueves y domingo, sentado en su lugar habitual, en silencio. No pasó mucho tiempo después de que se fue para que empezáramos a hablar como amigos. Nuestra amistad floreció con facilidad y alegría. Podíamos hablar de todo y connectamos instantáneamente. Sus palabras se convirtieron en un consuelo, su presencia en un refugio. Al ver su amor por Jehová, supe que él era el indicado para mí. Con el tiempo, se convirtió no solo en mi mejor amigo, sino en la persona de la que más esperaba saber cada día. Luego, en 2023, después de años de amistad, Jon me pidió que fuera su novia. ¡Estaba tan emocionada y feliz! Y en 2025, me regaló un momento que solo la niña de 10 años que fui habría podido soñar. Rodeados de las personas que amamos, frente al mar hermoso, me preguntó: “¿Te quieres casar conmigo?” Ahora, el 24 de octubre de 2025, nos estamos preparando para unir nuestras vidas para siempre. ¡Estamos muy emocionados de poder celebrar este momento con todos ustedes!