Los momentos de Dios son perfectos, Él prepara todo para que las oportunidades de la vida lleguen en la hora indicada y nos dejen sacar el mayor crecimiento de las oportunidades y experiencias. Tiffany y Roberto, aún estando de alguna manera cerca el uno del otro, con coincidencias como amistades en común, relaciones comerciales y viviendo en las mismas ciudades, no tuvieron interacción entre ellos hasta muchos años después. Y como es ahora claro, todo fue perfecto para que la luz más brillante del amor se encendiera e iluminara el camino de dos seres que ahora caminan juntos. Fue San Diego el lugar donde, después de estar a punto de encontrarse en tantos momentos de sus vidas, finalmente se dió el instante perfecto para que estos dos seres se conocieran; la comodidad natural en el trato y la intensa emoción de la interacción del uno con el otro, fueron señales de que ésto no sólo era coincidencia sino destino. La atracción fue única y extraordinaria, no podían esperar a una excusa para hablar o mirarse, el simple roce de manos despertaba una ilusión que solo el más grande amor puede despertar. Sonará a cliché, pero, en el momento que cruzaron miradas se entrelazaron no solo sus ojos, sino sus corazones, deseos y almas. Por ese instante todo dejo de existir y brotó el retoño de amor más bello que jamás hayan visto. Sus vidas cobraron un sentido diferente y sus brújulas apuntaban al corazón de la persona que tenían enfrente, así todo cambió y el brillo de sus ojos ahora es por la sonrisa de su contraparte en el amor.
“No hay diamante que se acerque a la belleza de tu corazón mi amor, sin embargo, quiero presentarte este anillo para pedirte estar juntos por siempre: ¿Te casarías conmigo?” En la embriagante belleza de la ciudad de Nueva York, frente a la majestuosa arquitectura del “Met” (The Metropolitan Museum of Art of New York), con la coordinación perfecta de los elementos naturales: viento, frío y nieve. Fue así, como en las famosas escaleras del Met Museum, bajo el manto de perfectos copos de nieve, Roberto se arrodilló, con la máxima expresión de compromiso, para pedirle a Tiffany: “Ser uno solo, por siempre”.