Hace ocho años comenzamos un viaje juntos, sin saber exactamente a dónde nos llevaría, pero con la certeza de que queríamos recorrerlo juntos. Desde entonces, hemos crecido, cambiado y evolucionado, tanto como individuos como en pareja. Cada etapa ha sido un reflejo de lo que somos: dos personas que son diferentes y que han aprendido a reconocerse, amarse y redescubrirse en el proceso. Nuestro amor no es estático; es un amor que se adapta, que aprende y que se renueva. Nos hemos desafiado mutuamente, hemos enfrentado dificultades y celebramos victorias que son tan nuestras como los momentos más simples de la vida cotidiana. Aprendimos que el amor es más que un sentimiento: es una decisión consciente de estar juntos, de reconocer al otro por quién es y no por quién queremos que sea. Hoy, al dar este nuevo paso, miramos hacia atrás con gratitud por lo que hemos construido y hacia adelante con ilusión por lo que está por venir. Mila, nuestra alma gemela perruna, y todas las personas que han sido parte de este viaje son testigos de nuestra evolución, de cómo nuestras raíces se han fortalecido y cómo nuestras alas nos han permitido soñar más alto juntos. Gracias por ser parte de esta historia que no deja de crecer, porque en cada día, en cada elección y en cada abrazo, seguimos eligiéndonos. Seguimos evolucionando.