Erase una noche de un jueves en la placita, circa 2015, estaba yo con unas amistades, y de la nada una muchacha viene a donde mí a decirme que me conoce. Claro que picó la curiosidad, pero yo pensando cuantos palos me habré dado que no me acuerdo de esta nena, o de quien seria hermanita. Después de un rato me confiesa que ella no sabe quien rayos yo soy, pero que su amiga sí sabía mi nombre y dónde había estudiado. Así fue que conocí a Michelle. Después de hablar y salir por varias semanas, decidimos cada uno seguir por su lado, pero siempre pendiente, uno del otro. Hasta un día inesperado me escribe que cuando volvía a PR y de casualidad mi respuesta fue: salgo mañana. Ese “mañana” fue un 12 de enero de 2018, en cual yo estaba compartiendo con unas amistades; Michelle llegó ese día, y el próximo, a pasar esos ratitos conmigo. Vuelvo a Portland, y Michelle me dice que me va a visitar, yo pensando esto tiene que ser un embuste, a quien se le ocurre quiere venir para acá en Febrero, hasta que me envía confirmación del pasaje. Mientras está aquí, la estábamos pasando tan bien juntos, que se me ocurrió la idea, y el riesgo, de invitarla a Mérida, a la boda de Gaby y Brandi… Muerto el pollo, ahí fue que me di cuenta que esta nena iba a todas, que el interés era real, y más importante, los sentimientos de ambos eran reales. Esta sí que no la podía dejar ir, solo estaba el pequeño problema de que ella vivía en Puerto Rico, y yo no… Pero tuve la suerte que ella no tuvo mucho problema en tomar la gran decisión de venir, y quedarse a vivir, tan lejos conmigo.
Para mí, comenzó en el torneo senior 2006, cuando vi por primera vez a este personaje haciendo monerías en el Pep-rally de los nenes grandes y luego en los juegos del torneo (nuevamente haciendo monerías, no que estuviera jugando). Como buena niña de 8vo grado me di la tarea de averiguar quién era y posiblemente ponerlo en mi pared al lado de los de RBD. No creo que haya llegado a mi pared pero si me aprendí su nombre. Fast forward 9 años después, lo veo en la placita y con bastante liquid courage hice que una amiga fuera donde él con la labia de “tu eres Rafy de Marista, yo también me gradué de ahí”. No sé como la convencí para que lo hiciera pero funcionó porque después de que estuvieron hablando, ahí llegue yo super smooth a introducirme. Cuento largo corto, siempre supe el tipo de relación que quería junto a él, y sabía que no era el momento así que nos quedamos como amigos. De vez en cuando le escribía un mensaje, obviamente no podía dejar que se olvidara de mí. Luego de varios años en uno de esos mensajes esporádicos le pregunté cuándo iba a Puerto Rico y me respondió que llegaba al otro día. Ese día fue el 12 de enero de 2018 y desde ahí no paso un día sin que habláramos. Fui a visitarlo a Portland y aunque estaba cayendo una nevada horrible, me encantó la ciudad y me enamoré un poco más de él. Luego México, ver a Rafy interactuar con toda su familia y conocerlos a todos, fue cuando de verdad supe que he was the one. Al final del día, hice todo lo que tenía que hacer para poder estar junto a él, para siempre.