La historia de como nos conocimos, Johanna y yo, es un recordatorio de que las mejores cosas en la vida suceden cuando menos las planeamos. Aunque en aquel momento quien nos presentó vio algo que nosotros no podíamos prever, mi resistencia inicial estaba enraizada en las heridas de la “víspera”, en la desconfianza que tantas veces me había protegido, pero también limitado. Sin embargo, aprendí que la vida nos envía retos que muchas veces son también oportunidades disfrazadas. Al elegir vivir con integridad, con valores como brújula, y no dejarnos arrastrar por las superficialidades que dicta la sociedad, descubrimos que, cuando dos personas se encuentran desde esa esencia, todo fluye hacia el bien. Como dijo Arturo en 2015, “hicimos un gran equipo,” y no hay mayor testimonio de ello que este momento perfecto, donde Sofía, nuestra luz, se une a este equipo que creamos juntos. Cada paso, cada decisión, cada reto compartido nos ha llevado a construir algo sólido, auténtico y lleno de propósito. Esto no es solo un equipo, es una alianza para enfrentar la vida con amor, respeto y fuerza.