Querido Juan Fernando, Cuando decidí enviarte aquella solicitud de amistad en el 2012, nunca pensé que se la estaba enviando a quien sería mi esposo. Definitivamente Dios tiene maneras muy creativas de unir a quienes ha destinado a estar juntos y nuestra historia es un claro ejemplo de ello. Después de un tiempo de conocerte, estaba segura que tú eras para mi; pero al ver las circunstancias que nos rodeaban pensé que no era cierto. Cuando nos volvimos a encontrar en el 2015 estaba segura que ese era nuestro momento y que finalmente realizaríamos el sueño de una relación; pero nuevamente las circunstancias de la vida me mostraron que no era así. Segura de que tú y yo tendríamos caminos distintos, abandoné totalmente la idea de tener más que una amistad contigo confiando en que el Señor tenía grandes cosas para ambos. Cuando nos volvimos a encontrar en el 2019 me alegró saber que a pesar de los años transcurridos disfrutaba mucho tu compañía y nuestras conversaciones. Estaba tan segura de que serías el padrino de mis hijos, hasta que un día el Señor me sorprendió con el pensamiento de que aún era posible realizar aquel amor con el que tanto habíamos soñado. Me asusté, lo admito, pero sabía que si venía de Dios era porque había un propósito escondido. Cuando por fin parecía que todo iba bien, nos vemos en la necesidad de mantener una relación a distancia debido a las realidades de ambos. Pero ahí estaba el Señor derramando su gracia en nuestros corazones para fortalecer cada día más nuestro amor. Hoy, 10 años después de conocerte, estoy aquí a unos meses de prometerte amor eterno frente al autor principal de todo esto, nuestro padre Dios. Miro hacia atrás y me doy cuenta que sólo Dios pudo haber hecho todo esto y nos miro ahora y me doy cuenta que sólo Dios puede ser la fuente de todo este amor que te tengo. estaré siempre agradecida con Él por confiarme tu corazón, por ponerte en mi vida, por mostrarme que eres tú y siempre serás tú el amor de mi vida. Gracias por amarme tal y como soy, por luchar a mi lado y nunca darte por vencido. De hoy hasta la eternidad….Te veo en el altar, amor mío.
Querida Alejandra, Cuando te conocí, no tenía ninguna intención de enamorarme de ti, pero caí rendido a tus pies; a penas unas semanas de conocerte y de conversar contigo, la vida me cambió totalmente. Despertaste en mí un deseo fervoroso de ser un mejor hombre, de ser un mejor cristiano, pero especialmente de convertirme en esa persona la cual le pedías a Dios para construir una familia. Hoy, después de 10 años, puedo darle gloria a Dios por haberte conocido, de la forma más peculiar, por una bendita solicitud de amistad en facebook. La decisión que más ha marcado mi vida . Me llena de alegría que este 23 de septiembre podré decirte que SÍ para toda una vida. Realmente que Dios tenía un plan para esta historia que arrancó el 12 de octubre de 2012, no pensé que 10 años después estaría a poquito más de un mes de casarme contigo. Gracias por ser tan perseverante en nuestro amor, gracias por siempre creer en mí y sobre todo por amarme a diario con la intensidad y con la fuerza que lo haces (sé que hay días que solo deseas guindarme o dejarme de hablar, pero siempre sacas esa fuerza y resiliencia para seguir amándome.) Eres una gran bendición y le haces tanto pero tanto bien a mi vida, sin ti no sería el hombre que soy hoy. ¡Te amooooo! Te espero frente al altar 😉