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I will never forget that night. Where we went, what we did, what he was wearing, and how he made me feel. Arguably a child when I first laid eyes on Ruben, we have, "grown up" together and our story gets more incredible every day. It was summer of 2012. I was a Flight Attendant working domestically. My close friend and colleague invited me on a trip to Spain where he would meet up with his foreign boyfriend as they did every few months. Reluctant to break the tradition of travelling to Florida every weekend for frat parties, gay bars, beach days and hangovers cured by more of the same; I put off committing to this trip to Spain for weeks. Down to the very last moment I was a little reluctant to go. But soon enough I had been dragged to the airport to embark on a journey that would change my life forever. On the other end of that journey I would be greeted by the sights and sounds that eight years later I would associate with the feeling of home. It would take ten minutes for me to fall in love with Madrid. The people, the culture, the food, THE FOOD. I had an amazing first day there. While the lovebirds, "caught up" back at the hotel, I explored La Latina and some of the historic sights in the city. By the second day my friends started to feel a bit guilty about spending so much time alone while I wondered the city alone. So, they planned a gathering that night in Chueca (Madrid's gay district) with friends from the city. Apprehensive about dusting off what little Spanglish I knew, I agreed to join them. I can remember the knot in my stomach as Ruben arrived in La Plaza del Sol and introduced himself to the group. This cute boy from the Spanish countryside had stolen my heart at, "hola". Several bars later we found ourselves separated from the group at a bar laughing at our failed attempts to navigate each other's native tongue. Two countries, two languages, a few failed attempts at long-distance, and a proposal later; here we are.

Creo que mi vida comenzó a cambiar en Agosto de 2012 cuando decidí trasladarme a Madrid para vivir. Siempre quise trasladarme a esa hermosa ciudad, arte, danza, literatura, su gente, cada rincón era especial. Llegué a principios de agosto, ilusionado, maravillado y encantado, sin embargo, a finales del mes comencé a sentir lo que es la soledad verdadera, no tenía amigos, toda mi familia estaba fuera y tenía la necesidad de poder compartir todo con una persona. Aun recuerdo el día que recibí la llamada, un gran amigo venía a Madrid porque su novio, americano, estaba aquí para visitarle, la verdad, tenía ganas de conocerlo. Pero no estaban solos, me comentó que el amigo de su novio había venido también y pensé, bueno… es una oportunidad para poder hacer algo diferente, ver a mi amigo y poder pasar una buena noche. Hasta ahí todo normal, llega el momento, vamos a vivir la noche gay madrileña, cojo mi cercanía, “next stop, Sol”, como siempre, llego antes de tiempo y “voilá”, ahí está, me como a besos a mi gran amigo y con un “hola”, “nice to meet you”, les saludo. Ahí fue donde dije, menudo negro, americano y fiu fiu…. Lo que se suponía que era una noche con amigos, se convirtió en una maravillosa noche de sensaciones, si sensaciones, quizás no recuerde donde estuvimos, que comimos, que bebimos o que hicimos, pero…. Si que recuerdo las sensaciones que tenía… era una montaña rusa, todo se multiplicaba exponencialmente en mi cuerpo y fueron movidas por él Lo difícil era como entendernos, si, por mucho ingles que sepas amigo/a, traduce, bebe, habla… y lo mejor de todo, intenta decir lo que piensas y como lo piensas en inglés No ha sido fácil, pero aquí estamos, luchó y lo consiguió, me hizo ver que todo es posible y que quien te quiere de verdad, te cuida para siempre. A día de hoy todavía cometemos fallos en las lenguas de Cervantes y Shakespeare y a veces me dan ganas de quedarme ciego y sordo, por los errores que cometemos ambos en nuestro idioma...