WELCOME TO OUR BEGINNING

Despite having mutual friends and attending each others siblings weddings we were unaware of our being. As time went on we found each other along with family and friends seated across from one another at a diner. Once our meals were served I started with my opening line "Can you please pass me the ketchup?", which after turned into a compliment about her watch. Although she was reserved, my usual try hard humorous comments gave over to a "follow" on social media becoming the pavement to our friendship built on inside jokes about hypothetical scenarios. Although for many years we were strangers it didn’t take long for us to feel sheltered in each others presence.

The morning of the 18th started as any Saturday would or so it would seem. While on our usual morning call I couldn't help but play out the rest of the day in my mind reminding myself of the phrase "not the one you shake with, not the one you shake with" since I was warned not to mistakenly place the engagement ring on the wrong hand a week prior. We had plans that afternoon to take an ordinary ferry ride towards the Brooklyn Bridge along with her family, sister and brother-in-law all of which knew well our reason for gathering. After having a quick pizza slice and taking a bite out of her ice cream we were off. Although I live in New York and all too familiar with commuting delays, never would I have thought the same applied to ferries. Despite arriving a couple minutes late my family was waiting for our arrival and thanks to my brother and his wife the discreetly placed decoration was set. As we made our way towards Jane's Carousel I spotted my brother who as planned was wearing a hood over his head so as not to be seen with a bouquet of flowers by his side next to the decoration area. Once making it to the location I quickly asked her father to take a picture before running over to the bouquet which had the ring case behind it and in just a split second with one knee to the ground I asked her to marry me.

A pesar de tener amigos en común y asistir a las bodas de ambos hermanos, no estábamos conscientes de nuestro ser. A medida que pasaba el tiempo, nos encontramos junto con familiares y amigos sentados uno frente al otro en un restaurante. Una vez servidas nuestras comidas, comencé con mi línea de apertura "¿Puedes pasarme la salsa de tomate?", Que luego se convirtió en un cumplido sobre su reloj. Aunque ella era reservada, mis habituales comentarios humorísticos cedieron a un "seguimiento" en las redes sociales convirtiéndose en el pavimento de nuestra amistad construida sobre bromas internas sobre escenarios hipotéticos. Aunque durante muchos años fuimos extraños, solo nos tomó poco tiempo para sentirnos cómodos en la presencia del uno al otro.

La mañana del 18 comenzó como cualquier sábado o así parecería. Mientras estaba en nuestra llamada matutina, no pude evitar pasar el resto del día en mi mente recordándome de la frase "no la mano con la que saludas, no la mano con la que saludas", ya que me recordaron no colocar por error el anillo de compromiso en la mano equivocada una semana antes. Teníamos planes esa tarde de tomar un viaje en ferry hacia el Puente de Brooklyn junto con su familia, hermana y cuñado, todos los cuales conocían bien nuestro motivo de reunión. Después de comer una porción de pizza y darle un mordisco a su helado, partimos. Aunque vivo en Nueva York y estoy muy familiarizado con los retrasos en los desplazamientos, nunca hubiera pensado que se aplicaría lo mismo a los ferries. A pesar de llegar un par de minutos tarde, mi familia estaba esperando nuestra llegada y gracias a mi hermano y su esposa se colocó la decoración discretamente. Mientras nos dirigíamos hacia el carrusel, vi a mi hermano que, como estaba planeado llevaba una capucha sobre la cabeza para no ser visto con un ramo de flores a su lado junto al área de decoración. Una vez que llegué al lugar, rápidamente le pedí a su padre que tomara una foto antes de correr hacia el ramo que tenía la caja del anillo detrás y en solo una fracción de segundo con una rodilla en el suelo le pedí que se casara conmigo.