Isa y Celso, conscientes el uno del otro desde siempre, nunca habían compartido hasta que el destino intervino en 2017. Isa se unió al grupo de retiros de confirmación donde Celso era miembro, pero ese año, no coincidieron. Aunque sus caminos no se cruzaron de inmediato, sus historias empezaron a entrelazarse sin que ellos lo supieran. Al año siguiente, Isa lideró la organización del retiro, un giro del destino que los acercó más. En una reunión agitada, preocupada por un examen, Isa pidió oraciones. Celso respondió con un mensaje de ánimo y promesas de oración. Isa, para su sorpresa, tuvo éxito en su examen, sintiendo ambos que algo más que la suerte estaba en juego. En un momento difícil, Isa buscó el apoyo de Celso. Él, siempre dispuesto, la invitó a una misa temprano. Así, la misa de las 7 a.m. se convirtió en su ritual diario, profundizando su amistad. Celso, atraído por Isa, buscó reflexión y escribió una carta explicando su distancia forzada, dejándola en la iglesia como una petición de señal. El día que Isa faltó a misa, Celso lo interpretó como el impulso necesario para conquistarla. Los retiros y las misas matutinas forjaron un lazo especial entre Isa y Celso. Justo después de los retiros, Celso, con un nudo en la garganta, le propuso a Isa ser su novia. Desde ese día, cada risa, cada conversación, cada mirada, ha estado lleno de un amor que se fortalecía día tras día. Cinco años después, con Isa a terminando materias y Celso necesitando renovar su DNI, decidieron hacer un viaje a España en Semana Santa. Era un plan perfecto para reencontrarse con amigos y familia, pero lo que no sabían era que ese viaje cambiaría sus vidas para siempre. Los planes iniciales de visitar los santuarios marianos en Loreto o Lourdes no pudieron hacerse realidad porque Dios los llevó a Fátima para el 13 de mayo. La noche del 12, durante la tradicional procesión de las velas, Celso había planeado pedirle a Isa que se casara con él. Sin embargo, el cansancio y el frío hicieron que Isa se retirara temprano esa noche, dejando a Celso con un anillo y un corazón lleno de expectativas. El 13 de mayo, día de la Virgen, ofreció una nueva oportunidad. Celso, aún pensativo por la noche anterior, debatía internamente si continuar con su plan. Tras la misa, una oportunidad inesperada se presentó. Celso, con nerviosismo y emoción, encontró un espacio justo al lado a la Virgen, un pequeño milagro en medio de la gran multitud. "Vamos para allá", sugirió, e Isa, curiosa y confiada, lo siguió. Al llegar al lugar, ambos lograron arrodillarse justo al lado de la Virgen, teniendo solo el muro separándolos de Ella. En ese momento tan íntimo y sagrado, Celso, con el corazón que se salía, sacó el anillo y se giró hacia Isa. En su voz, una mezcla única de nerviosismo y amor, preguntó con esperanza: "Isa, ¿quieres casarte conmigo?". Isa, sorprendida, dejó escapar una risa genuina, esa risa vibrante y llena de vida que Celso tanto amaba. Su 'sí', lleno de risas y lágrimas, fue una promesa de un futuro juntos, sellando su amor frente a la Virgen en Fátima. Ahora, Isa y Celso cuentan los días para encontrarse en el Altar el próximo 24 de mayo y reflexionan sobre cómo Dios ha estado en sus vidas desde antes de los retiros de confirmación. Cada momento vivido es un conmovedor recordatorio de que, efectivamente, Dios ha estado en su historia porque ellos lo han invitado a que siempre sea parte su relación, su historia, escrita con cada nuevo día juntos, es una prueba viva de ello. Mientras lees este pedacito de nuestra historia, queremos que sientas que también eres parte de ella. Todos tenemos un viaje único, lleno de fe, amor y decisiones que nos definen. Nuestra historia es un recordatorio de que los caminos de la vida, a menudo marcados por planes inesperados, están guiados por Dios. Que nuestra historia sea un espejo de esperanza y amor en tu “escalera a El Cielo”, recordándote que los tiempos de Dios son, en efecto, perfectos.