Nos conocimos en el 2017 luego del huracán María. Aquel “jueves de Río” hicimos click aunque no de manera amorosa. Hoy día cuando recordamos este momento, ambos confirmamos la sensación de familiaridad que sentimos esa noche. La química era evidente. Ese año prepa nos veíamos a menudo para salir a bailar y contarnos los acontecimientos de la semana. Éramos amigos. Nos perdimos en el camino, y cuando el destino quiso, nos reencontramos en el amor. En el 2021, retomamos la amistad. La vida de ambos había dado giros inesperados durante el tiempo que dejamos de vernos. Nos debíamos muchas salidas para ponernos al día. Un día comenzamos a hablar y desde entonces no hemos parado. Entre salidas, llamadas eternas, risas y ni un solo segundo de silencio incómodo, nació el amor. Meses después entre tanta complicidad sin título, definimos la relación. Somos novios. Ninguno de los dos estaba buscando al otro. Sin embargo, nuestras almas se reconocieron. Dos personas apasionadas, complejas de carácter y enamoradas de la vida comenzaron a construir un hogar en Costa Sabana. Nuestra historia de amor no es como la de las películas. No hubo un encuentro épico ni una escena dramática que marcara el inicio. Aunque nos encanta salir y viajar, es en la cotidianidad donde más nos encontramos: en los detalles pequeños que solo los ojos del amor saben ver. En los momentos más comunes hemos aprendido, reído, crecido… Por eso usamos el hashtag #undomingoeterno. Porque en medio del ajetreo de la vida, los domingos se convirtieron en nuestro día sagrado. Ese día de café lento, de descansar el alma, de estar juntitos. Un domingo eterno, como promesa de lo que queremos que sea la vida: serena, divertida y compartida... mientras sea juntos.