Once upon a time, under a serendipitous moonlit sky, Sabrina found herself coaxed to a gender reveal afterparty by a dear friend. Exhausted from the day's labors, she allowed her mother to drop her off, where the evening's magic awaited her. Entering the lively gathering, the first soul she encountered was Diego, a fellow late worker, savoring his meal in solitary contentment. With a mouth full of food and a hand not quite clean, he extended his greeting, "Hi, I'm Diego," making an impression Sabrina would never forget. As the night wore on, Diego found his place beside Sabrina, engaging her in conversation. Despite the initial misunderstanding—Sabrina mistaking him for someone older with a playful "Ew, you are old"—Diego's charm persisted. They soon found themselves immersed in laughter and joy, diving into the pool where Diego delivered his joke, "Cual es la mesa mas desmadrosa," a whimsical nod to Alebrije nights. Sabrina's laughter rang out, sealing their newfound connection. Their bond grew swiftly, and within a month, their names were intertwined not only on Snapchat but also in their hearts, becoming deeply codependent on each other. The spark of that fateful night blossomed into a profound and enduring love.

Bajo un cielo iluminado por la luna, el destino unió a Sabrina en una fiesta. Cansada tras una larga jornada laboral, su madre la llevó al evento, donde la magia de la noche aguardaba. Al entrar a la animada reunión, la primer alma que encontró fue Diego, quien acababa de salir del trabajo y disfrutaba su comida en solitario. Con la boca llena y una mano un poco sucia, extendió su saludo, "Hola, soy Diego," dejando una impresión que Sabrina nunca olvidaría. A medida que avanzaba la noche, Diego se sentó junto a Sabrina y comenzaron a conversar. A pesar de la confusión inicial—Sabrina pensando que él era mayor y diciendo en broma, "Ew, estás viejo"—el encanto de Diego persistió. Pronto se encontraron riendo y disfrutando, sumergidos en la piscina, donde Diego soltó su chiste, "¿Cuál es la mesa más desmadrosa?", una divertida referencia a las noches de Alebrije. La risa de Sabrina resonó, sellando su nueva conexión. Su vínculo creció rápidamente, y en un mes, no solo sus nombres estaban entrelazados en Snapchat, sino también en sus corazones, volviéndose profundamente codependientes el uno del otro. La chispa de esa noche fatídica floreció en un amor profundo y duradero.