La primera vez era una noche estrellada y yo arrastraba varias tardes perdiendo la calma. Con ausencia de ritmo vertía mis penas en la barra, según lo recuerdo, en casa de amistades que ya no frecuento . Sin previo aviso te me acercaste confundiéndome con un mesero sin oficio o simplemente como un pretexto, pero me pediste veneno igual al que yo estaba bebiendo . Te conocía poco pero reconocí en tus ojos el brillo de quien camina derecho y sin importarle el vacío hace su sendero . -¿No te regaña tu novio?- Pregunté, tentando mi suerte. Te robaste mi trago y te alejaste muy sonriente . Para la segunda vez, habría pasado un verano, yo había recuperado mi calma y tu florecías como la jacaranda. Era una noche cálida por lo que iba poco abrigado, se trataba de una cena con motivo de una amistad que ya no recuerdo. El azar sorteó los lugares en la mesa como se sortea una baraja y tu y yo teníamos un juego que se complementaba . Traviesa te burlabas de mi con ingeniosos apodos, no sé si era tu humor negro o se trataba de una estrategia, a mi poco me importó mientras tú sonrieras. . Perdido en tu mirada aproveché todo mi tiempo, te hacía reír mientras le encontraba sentido a los problemas que acarreaba desde la infancia. El sol se fue comiendo la noche y en tu casa si no llegabas a tiempo tu mamá hacía un reproche, así una vez más te escapabas como el aire que escapa a mis pulmones. . Para la tercera vez, se trataba de una noche alunada y yo me sentía con suerte. En un bar repleto de amistades pasajeras te encontré pidiendo por alguien con quien compartir tu trago. Pronto me acerqué y como los que vamos derecho expliqué sentir tu misma sed . Un trago llevo a otro trago que culminó en un reto y como buen caballero lo cumplí al momento. Tal vez reconociste en mi mirada el brillo de quien camina derecho y sin importarle el vacío hace su sendero o tal vez, se trató siempre de tu mano moviendo los hilos pero me pediste esperarte y así te fuiste a dormir sin avisarme . Ajeno a tus pensamientos le di vueltas a mis argumentos y sin darme cuenta me convertí en el pez que espera ansioso morder el anzuelo. . Mire al cielo y pedí por un milagro mientras pensaba qué escribirte note tu mensaje preguntando por mi estado, a lo que casi contesto -enamorado- . Un mensaje llevó a mil risas y a desvelarnos contándonos secretos con anécdotas y preguntas que dejan el alma desnuda. A la falta de sueño la compensaba las ganas de vernos y pronto propusimos dos citas que iban a multiplicarse junto a más aventuras esta vez acompañados de amigos que hoy son familia. . Quienes conocen está antología sabrán lo que vivimos aquel día, pero para no dejar duda entre líneas redacto con precisión la noche de la segunda cita. . Tus labios llamaron a mis labios y sin darnos cuenta estos se enredaron como se amarran las cuerdas del destino o tu falda en mi mirada. Mis manos llamaron a tus manos muy conscientes de no querer soltarnos para esta vez caminar como dos enamorados que tomados de la mano forman su sendero